martes, noviembre 14, 2006

¿Viva México cabrones?


Hoy parece que México necesita una nueva revolución, no una revolución armada, sino un cambio profundo cultural y de pensamiento que nos ponga a tono con los tiempos que el mundo está viviendo.

Hoy se vive un intenso debate con respecto a la historia de México, con la llegada del partido conservador al poder, los panistas han querido bajar al los héroes del antiguo partido en el poder para colocar a los suyos. Madero en lugar de Juárez, por ejemplo.

En este contexto, se publican dos libros que se antoja revisar en estos días de invierno adelantado.

Pancho Villa: una biografía narrativa de Paco Ignacio Taibo II

En este libro no encontramos al estereotipado Pancho Villa mujeriego, borracho y salvaje que caricaturizó el regimen priista. Sino al líder de pocas palabras en el discruso, pero que habla profundo con la tropa al calor de la fogata en el campamento.
Una investigación ejemplar de Paco Ignacio Taibo II que da muestra de su excelente ojo para entregar libros que los lectores deseamos tener en nuestras manos sin siquiera saberlo. Nos muestra a un Villa al que le gustan las malteadas de fresa.
Taibo II realizó labores detectivescas para seguir los pasos de Villa y reencontrarse con las historias verdaderas y dar cuenta de los mitos. Taibo II descubre que Villa vive aún en la memoria de la gente, que es una leyenda negra, que aún colocado en el rincón de la historia de la revolución mexicana sigue vigente, se le extraña.

Zapata de Pedro Ángel Palou

Esta es la primera novela que se escribe acerca de Emiliano Zapata, escrita según las palabras del autor en páginas cortadas a machete y otras más con el cincel, como talladas en la dura piedra de los montes de Morelos, producto de un enfrentamiento, literario me imagino, entre el autor y el jefe del Ejército Libertador del Sur..

Zapata ha sobrevido entre la gente desde el corrido revolucionario hasta el uso de su nombre en las consignas de las manifestaciones por las calles de la ciudad de México o de cualquier otra del país:
"Zapata vive, la lucha sigue" o "Si Zapata viviera en su madre les pusiera".
Y es en el corrido donde Palou realiza la estructura de su novela, porque ahí es donde está el Zapata de carne y sangre.

Detrás de esta novela de prosa dura están seis años de investigación, y Palou al igual que Taibo II, pero con una método de investigación absolutamente distinto, se dedica a desmiticar al héroe de cartón, mostrar al hombre que sólo buscaba que le devolvieran sus tierras para sembrar sandías de nuevo en Anenecuilco, Morelos.

Curiosamente, la intención de Palou por demitificar inicia creando un mito digital, la foto de la portada donde se observa a Zapata fumando un puro, es un truco de retoque digital a partir de una foto tomada del archivo Casasola del encuentro de Zapata y Villa en Xochimilco, pero está claro y es verdad que a Zapata le gustaba fumar puro, pero no existe una foto de él fumando.

"Zapata, de Pedro Ángel Palou, y no se parece a ninguna otra historia de Zapata, es novela, es ensayo, es biografía, crónica política, todo junto"
Carlos Fuentes

Con todo respeto, esta frase me pareció típica de trailler de película taquillera de verano; te hará reir, te hará llorar, te robará el corazón.

El pronóstico es que el Pancho Villa de Taibo II se convertirá en un ever-seller y el Zapata de Palou se mantenderá como best-seller durante algún tiempo. Además la historia de México estará de moda hasta el 2010, año en que se conmemoran el bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución.

Pancho Villa: Una biografía narrativa / Paco Ignacio Taibo II / Planeta México / 2006

Zapata / Pedro Ángel Palou / Planeta México / 2006

martes, noviembre 07, 2006

El eterno oficio

Un comentario te lleva a otro, y así se pueden pasar horas en interminables conversaciones en los blogs. Así fue como encontré el blog de Tina y el blog de Claudia Sosa. En la memoria está también, una nota de una puta brasileña que después de contar sus experiencias en un blog, las publicó en un libro.

Por lo pronto un poema de Jaime Sabines dedicado a ellas


Canonicemos a las putas


Santoral del sábado: Bety, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.

Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de tí todo el tiempo.

Jaime Sabines / Poesía amorosa / Seix Barral/ México 1999

Posdata.- Un amigo muy querido tiene el recorte del periódico Excélsior donde se publicó por primera vez este poema.